La inteligencia artificial está transformando el panorama económico y social del mundo, pero su desarrollo debe ser regulado de manera inteligente para fomentar la innovación.
La inteligencia artificial (IA) está revolucionando el mundo. En 2023, las inversiones en IA alcanzaron los 125.000 millones de dólares, según McKinsey. En Argentina, su uso se extiende a la economía, la salud, la educación y la seguridad. Esta tecnología se ha convertido en un pilar esencial para el progreso del país.
Recientemente, el presidente Javier Milei se reunió con líderes tecnológicos en Silicon Valley. Su objetivo es posicionar a Argentina como un centro neurálgico de innovación. Sin embargo, surge un desafío importante: la regulación de la IA. Un marco regulatorio debe fomentar la inversión y no asustar a las innovaciones, como está sucediendo en Europa.
Crear una ley específica para la IA es complejo. La tecnología avanza rápidamente y las regulaciones pueden volverse obsoletas. Además, la IA incluye diversas aplicaciones, lo que dificulta establecer normativas generales.
La Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina está considerando varios proyectos. El equilibrio es clave: las normas deben proteger los derechos humanos y la privacidad sin obstaculizar la creatividad. Usar “sandbox regulatorios” podría ser una solución práctica.
Argentina necesita un enfoque estratégico. La regulación no es solo una cuestión de necesidad, sino de cómo implementarla. Al adoptar las mejores prácticas internacionales, el país puede normalizar el campo de la IA.